Pobre país y pobres gentes, sin alma ni raíces, con una nacionalidad por la que sienten tan poco apego. Conocí a muchas de estas gentes en el extranjero. Españoles que vagaban por el mundo como almas en pena, con sus pasaportes que delataban que procedían de este país. Tuve hasta alguna mala experiencia, y por eso comprobé como todos estos compatriotas no entendían -y hasta recelaban -de porqué los nacionales de cualquier parte se sentían tan orgullosos de sus países y los símbolos que los representaban. Igual daba que fueran países ricos o pobres, o que ellos mismos vivieran en la abundancia o la miseria. En esto no había rentas per capita diferentes. Y por eso mismo en este país tanta gente se extraña de que nos vean tan mal en el exterior, por ser los únicos que silbamos los himnos de los rivales en cualquier caso, incluso en partidos amistosos contra países hermanos -como en primera persona pude comprobar, aquí en Gijón-. ¡Cómo no lo vamos a hacer si silbamos hasta el propio!.
Seguro que todo esto tendrá una explicación; que si la Historia, la política, las desigualdades, etecé, etecé. Claro, en eso somos las excepciones, en el resto del mundo nunca han tenido nada de eso...