jueves, 12 de febrero de 2015

CULTURA Ensayo biográfico: "Dos amigos llamados Federico y José Antonio"

  • La historiografía ha ignorado la amistad entre el poeta y el fundador de la Falange

  • El escritor Jesús Cotta pone de relieve la relación en el ensayo 'Rosas de plomo'

  • 'Eran dos personajes ideológicamente impuros y eso le costó la vida a ambos'

  • 'Ian Gibson no dio crédito a los testimonios para no estropear el mito'


José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca.
José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca.

ALFREDO VALENZUELA (Efe) Sevilla

La amistad entre el poeta Federico García Lorca y el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, existió, por más que la historiografía haya pasado de puntillas sobre ella, según el escritor y profesor Jesús Cotta, que la pone de relieve en el ensayo biográfico "Rosas de plomo".

"Amistad y muerte de Federico y Jose Antonio" es el subtítulo del ensayo de cuatrocientas páginas en el que Cotta ha trabajado durante cinco años y que ha merecido el Premio de Biografía Histórica Stella Maris, editorial barcelonesa que lo ha publicado y lo dota de 6.000 euros.
Cotta sostiene que fueron "dos seres libres, clarividentes, atípicos e inclasificables, dos revolucionarios patriotas y cristianos, tan amigos de la tradición como del progreso, tan antimarxistas como defensores de los pobres, dos personalidades afines y, al final de sus vidas, amigas"
Y añade: "Los azules mataron a un cristiano patriota como ellos, y los rojos mataron a un revolucionario antimarxista como ellos. Los bandos enemigos mataron a dos amigos en nombre de ideologías que hoy siguen negando la posibilidad de esa amistad. Los testimonios que de ella dan fe son escasos y sorprendentes, pero arrojan sobre ambos una nueva luz que los limpia de etiquetas y suciedades políticas".
Cotta ha dicho a Efe que de esa amistad han pervivido dos testimonios: el de Gabriel Celaya, en las notas de su diario incluidas en "Poesía y verdad", donde dice que el propio Lorca le contó ser amigo de José Antonio, y el de Luis Rosales, que se lo confesó a Ian Gibson en una entrevista privada que el historiador tuvo la prudencia de grabar.
No obstante, Gibson no le dio crédito a ese testimonio porque -dice Cotta en su libro- "nos quiere vender a toda costa el mito del poeta frentepopulista y, desde luego, si algo le estropea el plan, es esa amistad".
"El mito de Lorca creció, creció y creció hasta aplastar a Luis Rosales, sobre quien pesó la culpa de no haber hecho lo suficiente por salvar la vida de su amigo", y Rosales debió ocultar aquella amistad para no dañar la figura del poeta ni hacerse más dañó a sí mismo y a su familia, según Cotta.
"Sentar en una mesa a Federico y a José Antonio sigue siendo una provocación hoy", ha lamentado el autor de "Rosas de Plomo".
Otros que no dejaron pruebas documentales pero sí hablaron de aquella amistad fueron Salvador Dalí y Pepín Bello, ha señalado Cotta, quien ha lamentado que los posibles testigos de los encuentros entre Federico y José Antonio "han muerto, y en vida callaron por el daño que pudieran hacer", sobre todo al mito de Lorca.
En el verano de 1934 ambos coincidieron en un café, José Antonio le envió una nota escrita y Federico, antes de poder contestarla, comprobó que José Antonio se había ido, ha señalado Cotta, quien también reseña la petición de Primo de Rivera a su amigo Felipe Ximénez de Sandoval, que acabaría siendo su biógrafo, para que le presentara a Lorca, y la petición que, en sentido inverso, le hizo Lorca a Agustín de Foxá.
Francisco, hermano del poeta, cuenta en "Federico y su mundo" que la subvención para La Barraca -concedida por el socialista Fernando de los Ríos y que el Gobierno de la CEDA trató de anular- fue salvada por la mediación de José Antonio, y fue otro falangista, Alfonso Ponce de León, quien pintaba los decorados de la compañía de teatro.
Esa ausencia de sectarismo, ese ser "dos personajes ideológicamente impuros" es lo que le costó la vida a ambos, según Cotta, quien tras revisar una extensa bibliografía que adjunta como colofón a su trabajo, puede pasarse media hora estableciendo coincidencias entre ambos.
La más cruel de esas coincidencias, el presentimiento de ambos de que serían asesinados: "Verás cómo me matan antes que a José Antonio", le dijo Lorca a Ximénez de Sandoval.

Comentarios seleccionados:

"Existen muchas contradicciones sobre la lectura histórica de la figura de José Antonio Primo de Rivera. Se ha identificado falangismo con fascismo y es innegable que durante la Guerra Civil y en los días siguientes al golpe de Estado los falangistas actuaron con una brutalidad y crueldad sin parangón. Pero no puede olvidarse que muchos de los ideales -y hasta los colores rojo y negro de sus emblemas- coincidían con los de los grupos anarquistas (FAI, POUM,CNT) en relación a una revolución obrera. Los militares franquistas, sin embargo, se encargaron rápidamente de someterles a sus estrategias y aún hoy en día se discute si el fusilamiento de José Antonio no fue directamente propiciado por Franco, habilidoso para quitarse de enmedio a quienes pudieran eclipsar su poder. El resto ya se sabe: el régimen edulcoró y adaptó el mito a su gusto (como por ejemplo lo acontecido con Camilo Cienfuegos y su "eliminación" por Fidel Castro durante la revolución cubana). Son casos muy parecidos."

"Jose Antonio es el gran desconocido de la historia reciente española: Franco, un general africanista sin ningun tipo de preparación, no soportaba la figura de José Antonio- a años luz en preparación intelectual de Franco- y siempre tuvo recelo de que le hiciera sombra en el nuevo orden de cosas que el general pretendía para España. La muerte de José Antonio, la usurpación y prostitución de los ideales fjoseantonianos por los vencedores, la mansedumbre - apartado Hedilla - la sumisión y el miedo de los falangistas residuales han obviado la figura de JA, tal vez solo acertaran en el calificativo de "el ausente" porque ciertamente, su auténtico pensamiento y programa se "ausentó" deliberadamente de la "victoria"."

"No olvidemos que J.A. lo odiaban más la derecha que la izquierda. Ese odio y envidia que les llevó a apodar miserablemente a Falange Española "Funeraria Española", por los falangistas asesinados semanalmente a manos de anarquistas y comunistas. Felicidades a El Mundo por esta gran noticia, sin sectarismo alguno."

"Entre los falangistas siempre hemos considerado a Federico como "el poeta de la Falange". También sabíamos que habian coincidido varias veces con José Antonio, en el café León ( C​/Alcalá), pero en mesas diferentes... Seguro que ambos, extraordinarios, estarán ahora conversando,. miles y millones de años, allá, en los luceros."

"La amistad de Primo de Rivera y García Lorca era conocida, pero por intereses espúreos nunca se ha hablado del asunto. Me alegro de que salga este libro. Esta relación de amistad es el ejemplo perfecto de que ese mito absurdo, estúpido y peligroso de las dos Españas no tiene ninguna justificación. Y si a alguien le molesta el libro, por ambos extremos, que se fastidie."

"Para las izquierdas Jose Antonio es tan desconocido como Lorca leído"

"Sí. Tuve constancia de tal fuerta relación entre ambos hace cosa de 5 años recaudando información para un artículo al respecto de la verdadera razón y circunstancia del fusilamiento de F.G.L. En mi poder tengo un vídeo en directo en el que Luis Rosales, en el sin saber que le están grabando, cuenta los entresijos de la personalidad de su amigo el poeta y su personal relación con J. Antonio.P. de R., cierta, bién conocida entre su círculo. Una joya de vídeo a buén recaudo."

"No, no lo dice Gibson, en el vídeo lo dice claramente Rosales en directo. Dice que es Celaya el que lo hace público y que a él, Rosales, que era de los mejores amigos de Federico, le constaba que era verdad, ... De la misma manera que es Rosales el que dice, así en directo, que Lorca no era de izquierdas y lo que deseaba era un movimiento o golpe de estado que pusiera orden en el país. Les digo lo que dice Rosales en 1966 sin que supiera se le gravaba, añadiento... eso se lo digo a usted pero si esto saliera a la luz siempre hasta la muerte lo negaría. Bueno, y no me lo estoy inventando eh? que ahí está el vídeo, que yo lo tengo y ayer noche, al hilo de este hilo, lo volvía a ver y escuchar."

"Conocía esa historia de amistad entre los dos genios.Tambien considero genio a Jose Antonio.Tan brillante que para Franco era incómodo."

"Decían que Federico tenía en Antequera un "amigo" falangista, redactor de la revista Antorcha, órgano de la Falange, que en marzo de 1937 publicó tras su muerte un panegírico de Federico, lo que le acarreó problemas a su director Nemesio Sabugo. Éste sería el nexo de unión con Jose Antonio. "Yo firmo solemnemente nuestra amistad de entonces, por mi sangre derramada en la más altiva intemperie de un campo de batalla, que Falange Española, ni el ejército de España tomaron parte en tu muerte. La Falange perdona siempre; y olvida. Tú hubieras sido su mejor poeta, porque tus sentimientos eran los de Falange." Y precisamente uno de los autores materiales de la ejecución fue otro antequerano que al parecer sabía de esta relación. Pero lo cierto es que ni unos ni otros han querido nunca investigar este tema."


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Hay, sin duda, amistades peligrosas que la llamada memoria histórica trata de olvidar. Por encima de enfrentamientos ideológicos, los primeros años treinta propiciaron un ambiente de camaradería intelectual y personal que hizo que confraternizaran personajes que después se verían encuadrados, en ocasiones no muy a su gusto, en cada una de las dos Españas enfrentadas. Es el caso de José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca. Por edad ambos pertenecientes a la Generación del 27, una generación de la amistad, como con acierto ha sido definida. Compartieron amistades, ambientes intelectuales, gustos literarios y ese aire de época que les hizo vivir al límite entre lo espontáneo y lo difícil.
Son pocos los testimonios que tenemos de la posible relación entre José Antonio y Lorca. En su Biografía apasionada de José Antonio, el escritor falangista Ximénez de Sandoval, amigo de José Antonio, testimonia el interés del fundador de Falange por conocer a García Lorca. Fue en el reestreno el 27 de febrero de 1935 de Bodas de sangre:
A Federico García Lorca -a quien José Antonio admiraba extraordinariamente y de quien decía que sería el poeta de la Falange -no hubo modo de presentárselo, aún cuando una vez me invitara el Jefe a ver “Bodas de sangre” en el Coliseum, y entráramos en el camarín de Lola Membrives para ver si estaba y conocerle.
Un año después en el Teatro Lara se representaba una obrita teatral de Ximénez Sandoval y en el auditorio se encontraban Lorca y José Antonio. Sandoval recuerda que quiso aprovechar la ocasión para presentar a José Antonio a Lorca. Según él, tampoco fue posible. Aunque este autor se inclina a creer, por tanto, que no hubo relación entre ambos, todo nos hace indicar que en el Madrid de los años treinta lo más probable es que se conocieran. Gabriel Celaya, quen trató a Lorca y José Antonio, rememora las famosas tertulias de La Ballena Alegre. Aunque algo extensa la cita creo que merece la pena reproducir la palabras de la entrevista que concedió al hispanista Ian Gisbson. Podemos visualizar el clima que se repiraba antes de que los odios se desatasen:
Nosotros teníamos una tertulia donde íbamos a tomar café todos los días, era un sitio que se llamaba La Ballena Alegre, en los bajos del Lyon. A esta tertulia íbamos, pues, estudiantes de la Residencia de Estudiantes, que muchos eran actores de La Barraca, del teatro de Federico, iban el mismo Federico, Eduardo Ugarte, que era el otro codirector, con Federico, de La Barraca, muchos residentes y muchos amigos. Y allí nos reuníamos todos los días en el mismo sitio…Nosotros estábamos allí en una mesa. Y en la mesa de enfrente había otra tertulia, que era todos los fundadores de la Falange: José Antonio Primo de Rivera, Jesús Rubio (que después fue ministro), José María Alfaro…Nos conocíamos todos y nos insultábamos, pero era todo como un juego porque nos decíamos: “¡Cabrones! ¡Fascistas! ¡Rojos!”. Esto sería el año 1934. No había hostilidad. Las tertulias eran separadas y en los periódicos nos metíamos los unos con los otros, pero no había una cosa de guerra, era cosa de amigos, de intelectuales, de estudantes, y nos veíamos en las mismas exposiciones, en los mismos conciertros, en las mismas obras teatro. Madrid era muy pequeño…Estas cosas que te cuento de La Ballena Alegre, esto de que nos gastábamos bromas los unos a los otros y nos decíamos: “¡Cabrones!”, “¡Rojos!”, ¡”Fascistas!”, como en broma y que luego estábamos juntos tomando una cerveza en el bar del teatro, esto ya no parece verosímil; sin embargo, ¡era así!
Más adelante detalla el momento en el que Federico le presenta a José Antonio una de las innumerables noches madrileñas donde los jóvenes escritores compartían amistad, literatura, música y copas.
A José Antonio me lo presentó Federico en Casablanca una noche de whiskys. Yo no había ido con Federico, había ido con un grupo de la Residencia, vamos de la misma tertulia, y allí estaba ya Federico con José Antonio. Casablanca era un cabaret, como se decía entonces, un sitio de baile nocturno. Y allí fuimos después de cenar y allí estaba ya Federico. “Oye, ven aquí -me dice-, te voy a presentar a José Antonio, vas a ver que es un tío muy simpático” Y nos presentó. Yo solo estuve en Madrid hasta el 35. Así que es totalmente cierto que Federico y José Antonio se conocían.
El diplomático chileno y republicano convencido Carlos Morla Lynch, al que recientemente la editorial Renacimiento ha reeditado sus interesantes memorias en dos volúmenes En España con Federico García Lorca y España sufre, fue íntimo amigo de Federico y también trató a José Antonio del que, desde la distancia ideológica pero de la cercanía personal y humana, hace los siguientes comentarios:
José Antonio me es extremadamente simpático. Todo un varón, fuerte, viril, decidido, con rostro y fisonomía de niño bueno. Nunca mejor aplicada para definirlo que la expresión andaluza “tiene cielo”. Su actitud -muy discutida- es noble y levantada, y no habrá republicano -por fanático que sea- que en el fondo de su ser íntimo no lo sienta así. Estoy cierto de ello…
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En vista de que es temprano todavía me voy a un Coktail-Party mundano que tiene lugar en Bakanik, el bar que está de moda. Me encuentro allí, en un ambiente elegante y aristocrático, con José Antonio, por quien tengo la mayor estimación. Es un muchacho de una entereza y noble caballerosidad a toda prueba; valiente, vertical siempre y seguro de sí mismo…
-Tienes la suerte- le digo- de que te quieran hasta tus enemigos. Noto que esta declaración sincera le conmueve, y, después de repetir la frase pausadamente -”hasta mis enemigos”- como para penetrarla bien, se queda pensativo.
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El pintor falangista Alfonso Ponce de León también pudo servir de enlace entre José Antonio y Lorca. Asesinado sin escrúculos por los republicanos en 1936, este interesante artista, que diseñó el logotipo del SEU, colaboró con Federico en La Barraca desde 1932. Además se casó con Margarita Manso quien, según el también artista Santiago Ontañón, con anterioridad había mantenido una intensa relación con Lorca.
José Antonio quien definía a la Falange como un movimiento poético que “levantaba la bandera de la poesía que promete frente a la poesía que destruye” y afirmaba que “a los pueblos no los ha movido más que los poetas”, se rodeó de un grupo de escritores, la llamada “corte literaria de José Antonio”, cuya relación con otros autores de la Generación del 27 y las vanguardias fue intensa. Rafael Sánchez Mazas, protagonista de la exitosa novela Soldados de Salamina, Ernesto Giménez Caballero, mentor de la integradora Gaceta Literaria, Eugenio Montes, Agustín de Foxá, Jacinto Miquelarena, José María Alfaro, Luys Santa Marina, Tomás Borrás, Samuel Ros, discípulo de Ramón Gómez de la Serna, Dionisio Ridruejo o Pedro Mourlane Michelena unieron a su faceta de escritores su militancia falangista. Recientemente dos libros han estudiado el ambiente intelectual en el que se gestó la fundación de la Falange: La corte literaria de José Antonio de Pablo y Mónica Carbajosa y Vanguardistas de camisa azul de Mechthild Albert.
Es precisamente en estos ambientes de vanguardia donde Lorca y José Antonio también pudieron coincidir. Curiosa y muy interesante era la Sociedad Gastronómica GU, fundada en San Sebastián en 1934. Sus principales impulsores, que con anterioridad se reunían en el Café Madrid, fueron Aizpurúa, Cabanas, Lagarde, Jesús Olasagasti y Carlos Ribera. Siguiendo las tendencias vanguardistas de la época, el local estaba decorado como si fuera un barco, siendo el púlpito para las conferencias una especie de torre de control. La conferencia inaugural, a la que asistió Pablo Picasso, la pronunció Rafael Sánchez Mazas. Por allí desfilaron gentes pertenecientes a lo que poco años después se conocería como las dos Españas y que entonces compartían una misma pasión por la cultura y la modernidad: Max Aub, Giménez Caballero, Benjamín Jarnés, Guillermo de Torre y por supuesto Federico García Lorca y José Antonio Primo deRivera quienes posiblemente coincidieron en algunas de sus veladas.
Como hemos comentado, uno de los impulsores de GU fue el arquitecto y líder falangista donostiarra José Manuel Aizpurúa. Cuenta Gabriel Celaya que el 8 de marzo de 1936 se citó con García Lorca en el hotel Biarritz de San Sebastián. Lorca había pronunciado el día anterior una conferencia sobre el Romancero Gitano en el Ateneo donostiarra. Lorca apareció acompañado por José Manuel Aizpurúa, fundador de la Falange en San Sebastián. Celaya, llevado por sus prejuicios izquierdistas, se negó a saludar a Aizpurúa, creándose una situación tensa. Tras marcharse el arquitecto falangista, relata Celaya:
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Me preguntaba Federico por qué no había querido saludar a José Manuel Aizpurúa, y por qué entre los dos, le habían creado una situación tan tensa. Yo trataba de explicárselo con frenesí, quizá con sectarismo, y él, incidiendo en lo humano, trataba de explicarme que Aizpurúa era un buen chico, que tenía una gfran sensibilidad, que era muy inteligente, que adoraba mis poemas, etc. Hasta que al fin, ante mi cada vez más violenta cerrazón , reaccionó , o quizá quiso que abriera los ojos de sorpresa , con la confesión de lo terrible:
-José Manuel es como José Antonio Primo de Rivera. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Pues te lo digo. Solemos salir juntos en un taxi con las ventanillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con él.
Ian Gibson recoge una anécdota ocurrida el 25 de agosto de 1934 en Palencia donde La Barraca representaba el Burlador y las almenas de Toro. En un céntrico restaurante de la ciudad, mientras los actores y estudiantes de la compañia comían, entró José Antonio junto a cuatro falangistas. Al darse cuenta éste de que allí se encontraba García Lorca, le mandó una nota que acababa de escribir en una servilleta y que, según Modesto Higueras, leyó Lorca con disimulo:
Federico, ¿no crees que con tus monos azules y nuestras camisas azules se podría hacer una España mejor?
Y es que José Antonio, gran conocedor de la literatura española del momento, era admirador de la obra poética y dramática de Lorca. Así, según Ximénez Sandoval, sus Canciones se encontraban entre los libros preferidos del fundador de la Falange, junto a Marinero en tierra de Rafael Alberti y Víspera del gozo de Pedro Salinas. De hecho, José Antonio consideraba a Lorca como el mejor cantor de la imaginada España nacionalsindicalista, esa “España alegre y faldicorta” que nada tuvo que ver con la que finalmente se impuso tras la guerra, una España liderada, en palabras del propio José Antonio, por un grupo de “generales de desoladora mediocridad política” que no tuvo escrúpulos en aniquilar físicamente al poeta granadino e ideológicamente al revolucionario falangista. Corría el mes de agosto de 1936. José Antonio estaba encarcelado cuando se enteró del asesinato de Lorca. Según cuenta Ximénez Sandoval “por Miguel Primo de Rivera, sé que se enteró del trágico fin del gran poeta granadino en los días de su proceso, y le impresionó mucho”.
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Lorca fue víctima de venganzas personales y del radicalismo de los sectores más reaccionarios de la capital granadina, con Ruiz Alonso a la cabeza, que tras deshacerse de los líderes falangistas auténticos opuestos al revanchismo y a los asesinatos indiscriminados, como el cordobés Patricio González de Canales, desató en la capital granadina una represión sin límites. Precisamente Lorca fue a buscar refugio en la casa del poeta falangista, Luis Rosales. Esta situación se repitió en otros muchos puntos de España. La Falange fue progresivamente adulterada, algunos de sus miembros como Manuel Hedilla encarcelados y otros, como Juan José Domínguez o J. Pérez de Cabo, incluso fusilados. En la zona republicana, tres meses después de la muerte de Lorca, también caía vilmente asesinado José Antonio en el patio de la prisión de Alicante. Está claro que lo que se debatía en los campos de batalla no era el triunfo de la legalidad, la democracia, el sentido común o la inteligencia.
Lorca y José Antonio vivieron con intensidad y generosidad, seducían y cautivaban a los que los conocieron, cayeron muy jóvenes víctimas del odio y tras sus injustas muertes, sufrieron la manipulación de aquellos que, desconociendo el sentido último de sus trayectorias vitales, los convirtieron en mitos peterificados al servicio de ideologías excluyentes. Sin saberlo, o quizá conscientes de ello, cada vez que Lorca y José Antonio compartían whisky y dancing en el Casablanca, amigos en La Ballena Alegre, lecturas poéticas, tertulias o paseos inconfesables en el Chevrolet amarillo, estaban construyendo la Tercera España.
Fernando Álvarez Jurado
La Tercera España

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